Hola domador@s
Como no quiero
abandonar el blog vengo con frases de Bajo la misma estrella
A finales del
invierno de mi decimoséptimo año de vida, mi madre llegó a la conclusión de que
estaba deprimida, seguramente porque apenas salía de casa, pasaba mucho tiempo
en la cama, leía el mismo libro una y otra vez, casi nunca comía y dedicaba
buena parte de mi abundante tiempo libre a pensar en la muerte.
Hazel, te mereces una vida.
Solo hay una cosa en
el mundo más jodida que tener cáncer a los dieciséis años, y es tener un hijo
con cáncer.
—¡Haz amigos!
—exclamó por la ventanilla mientras me alejaba.
«Dios, concédeme
serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, valor para cambiar las
que puedo cambiar y sabiduría para entender la diferencia»
—Augustus, quizá te
gustaría compartir tus miedos con el grupo.
—¿Mis miedos?
—Sí.
—Me da miedo el olvido. —Habló sin pensárselo un segundo—. Lo temo como el ciego al que le da miedo la oscuridad.
—¿Mis miedos?
—Sí.
—Me da miedo el olvido. —Habló sin pensárselo un segundo—. Lo temo como el ciego al que le da miedo la oscuridad.
—Llegará un día en
que todos nosotros estaremos muertos —dije—. Todos nosotros. Llegará un día en
que no quedará un ser humano que recuerde que alguna vez existió alguien o que
alguna vez nuestra especie hizo algo. No quedará nadie que recuerde a
Aristóteles o a Cleopatra, por no hablar de vosotros. Todo lo que hemos hecho,
construido, escrito, pensado y descubierto será olvidado, y todo esto
—continué, señalando a mi alrededor— habrá existido para nada. Quizá ese día
llegue pronto o quizá tarde millones de años, pero, aunque sobrevivamos al
desmoronamiento del sol, no sobreviviremos para siempre. Hubo tiempo antes de
que los organismos tuvieran conciencia de sí mismos, y habrá tiempo después. Y
si te preocupa que sea inevitable que el hombre caiga en el olvido, te aconsejo
que ni lo pienses.
—HOY ES EL MEJOR DÍA
DE NUESTRA VIDA—
—¿Qué pasa? —le
pregunté.
—Nada —me contestó.
—¿Por qué me miras así?
Augustus esbozó una media sonrisa.
—Porque eres guapa. Me gusta mirar a las personas guapas, y hace un tiempo decidí no privarme de los sencillos placeres de la vida.
—Nada —me contestó.
—¿Por qué me miras así?
Augustus esbozó una media sonrisa.
—Porque eres guapa. Me gusta mirar a las personas guapas, y hace un tiempo decidí no privarme de los sencillos placeres de la vida.
Como adoro este libro!
ResponderEliminarGracias por las citas <3
AMo este libro demasiado! Un beso cielo!
ResponderEliminarY a mi no me llama la atencion.
ResponderEliminarSaludos